Por Fernanda Noriega
Con la llegada de las vísperas de cuaresma, llega también a San Miguel una de las tradiciones más divertidas y llenas de color: El Carnaval.
Cada año, según el calendario litúrgico (la fecha no es siempre la misma año con año), el Jardín Allende se convierte en un campo de batalla. Temido por algunos, divertido para otros,
El Carnaval es un día en el que chicos y grandes juegan a los “cascaronazos”, de manera que se arma una guerrilla donde los sanmiguelenses sorprenden a los transeúntes rompiéndoles cascarones de huevo (que simboliza la víspera de las pascuas) en la cabeza; si bien te va, el cascarón está relleno de confeti, pero los más desafortunados han llegado a trabajar con el cabello lleno de harina, polvo de oro u otros materiales.
Durante el evento, se puede ver a las personas pasar corriendo por el Jardín Principal, con la esperanza de evitar ser víctimas de un “cascaronazo” pero… ¡Sobre aviso no hay engaño! Te recomendamos tomar otra ruta si no quieres unirte al juego de esta tradición con alma traviesa.
Muchos vendedores se congregan en los alrededores del Jardín, con cajas de cascarones previamente rellenos y decorados con figuras de lo más creativas y llamativas. Incluso algunos tienen la forma de flores o payasitos de papel.
Ahora bien, ¿de dónde surge esta tradición? Algunos historiadores han comentado que se deriva de fiestas paganas que se expandieron desde Europa, por lo que en México se celebra a partir de la Conquista Española que trajo nuevas costumbres.
Se dice que en San Miguel, antiguamente se celebraba con un toque romántico: alrededor del Jardín, los hombres caminaban en un sentido y las mujeres en otro; si un hombre le pedía permiso a una mujer para romper un cascarón relleno de confeti y ella aceptaba, es porque aceptaba también tener una cita con él y, a cambio, ella le daba una flor de papel.
Las tradiciones cambian con el paso del tiempo, y esta es una de aquellas que no para todos resulta tan divertida, sin embargo, San Miguel es uno de los rincones del mundo que guarda el valor especial de las tradiciones. No por nada es conocida como Patrimonio de la Humanidad. ¡Suerte!