“Mi día perfecto es despertar y ver salir el sol y el cielo que se pinta de colores”
Abro los ojos y frente a mí está la tv, es decir la ventana trapezoide frente a la cama mirando hacia el oriente desde mi cuarto. Veo salir el sol, el cielo se pinta de colores entre naranjas y rosados y queda algo del viento que anduvo hablando toda la noche. Dominico y Silvina, mis perros, en sincronía empiezan a despertar, mientras los pájaros afuera cantan y dan pequeños saltos por el canto exterior del trapezoide-ventana.
Comienza la danza de los murciélagos, los veo en la tv, y los pelícanos vuelan tan alto en familia que apenas y uno podría creer su gran tamaño y pesadez. Parece que estoy en el mar, la gente no puede creer que sean pelícanos, pero la presa Allende por estos rumbos de Don Juan Xido de Abajo, tiene una gran reserva de aves, que cambian con la migración y las estaciones. Una de mis aves favoritas es la espátula rosada, una especie de flamingo, así le dicen por aquí los lugareños, se gana el nombre por su color rosado. La primera vez que me encontré una pluma rosa, pensé que probablemente alguien la había pintado, uno no se imagina que haya aves rosadas así por aquí, y cuando las vi, no podía creerlo ¡una familia entera de estas aves rosadas con pico de espátula, que utilizan para atrapar a los peces, con su escurridizo movimiento no pueden escapar!
Salimos Domi, Silvina y entonces Fix y Ti otras dos perritas guardianas de mi casa se nos unen y vamos por todo el camino de la presa, rumbo a la playita que tiene un huizache que se ve desde la salida de las palmeras, dicen que esas palmeras eran la entrada de una hacienda, pero yo no creo porque habría alguna ruina del casco. Se me abre el día y el pulmón, nopales mater y garambullos, huizaches y mezquites, biznagas y un montón de plantas y árboles que se presentan cada día como nuevos, la tierra llena de medicina, cardos marianos, y flores que en el día abren para cerrar en la tarde y reabrir en el anochecer luminiscentes. Todo me lo llevo a mi estudio, es como si su espíritu se quedara grabado en mi pupila embudo, entra en mí cada una de estas formas y ahí entre el bajar de la tinta a la seda, o el subir del temple a la madera, empieza el parloteo de las frecuencias de color y las formas-figuras que incluyen el sonar del agua, el sol y la luna, me vuelvo mi nagual, ¿qué diferencia habría entre una abeja y su flor? Pinto la reminiscencia de una telaraña.