Por Fernanda Noriega
Fue en el mes de junio del año 1937 que se dio la Nacionalización del Ferrocarril en México; y aunque para la mayoría de nosotros la historia de México fue un tanto confusa mientras éramos estudiantes, resulta interesante conocer los hechos que marcaron un antes y un después para el modo de vida que disfrutamos hoy:
La historia del ferrocarril en México marcó un precedente en la actividad económica de nuestro país. Ahora bien, cabe mencionar que materializar esta idea no fue cosa sencilla dada la escasa tecnología que existía en aquella época, por lo que los primeros intentos por consolidar este medio de transporte se llevaron a cabo en 1837, pero no fue hasta 1842 que el presidente Antonio López de Santa Anna otorgó una segunda concesión a la Comisión de Acreedores para materializar un camino de Veracruz a San Juan. La primera concesión sucedió durante la presidencia de Anastasio Bustamante y la otorgó a Francisco de Arrillaga, con la intención de construir una vía férrea de México D.F. (hoy CDMX) hacia Veracruz.
Para 1862, ya se habían construido 41 kilómetros que operaban normalmente, y para todos los mexicanos de la época representaba un sueño hecho realidad ya que ofreció miles de empleos, y la facilidad de transporte que por aquel entonces era escasa.
Durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada y posteriormente de Porfirio Díaz, quien es considerado por muchos “el mejor gestor Cultural y económico del país”, se ampliaron y construyeron nuevas estaciones y comunicaciones ferroviarias, que en su mayoría fueron financiadas por compañías extranjeras (francesas, inglesas y estadounidenses).
Para el año de 1910, el país ya contaba con más de 20 mil kilómetros de vías férreas operando diariamente. Durante los últimos años de gobierno de Porfirio Díaz se creó “Ferrocarriles Nacionales de México” organismo que fungió para administrar las concesiones de todos los ferrocarriles del país.
Durante la Revolución Mexicana, los ferrocarriles mexicanos sufren un gran deterioro, y es entonces que en junio de 1937, el presidente Lázaro Cárdenas decide expropiarlos y nacionalizarlos.
Actualmente, aún hay algunas partes del país por donde pasa el tren y transporta toneladas de mercancía o recursos de un extremo del país a otro; en San Miguel, Celaya y otras ciudades aledañas aún podemos ver el tren y escucharlo todos los días.