Por Rosario Ruiz
Una de las mejores actividades que puedes hacer si vives en San Miguel es volar en globo, especialmente en esta época del año cuando el campo reverdece por la lluvia.
Era el día de mi cumpleaños y quise hacer algo muy especial: celebrar un año más de vida desde las alturas; Globo San Miguel fue quien me ayudó en esta aventura.
Desperté muy temprano aquel día, llegué al Rosewood donde me estaban esperando y desayuné un delicioso croissant con jugo verde que me ofrecieron como tentempié; mientras, una señorita muy amablemente me dio las instrucciones para volar. Después de firmar una autorización y terminar el tentempié, mis compañeros de viaje —una familia proveniente de Miami— y yo nos subimos a la camioneta que nos llevaría al punto de salida.
Tomamos camino por la Cieneguita, pero nos desviamos en una comunidad cercana donde nos estaba esperando el globo. En el camino conversaba con mis acompañantes para conocernos un poco. La mañana era fresca y el cielo se pintaba de rosa por el amanecer; la aventura apenas empezaba.
Vi cómo los globos comenzaban a inflarse con un gran ventilador y después con aire caliente; al mismo tiempo que el globo se acrecentaba, también lo hacía mi emoción. De fondo podía observar los hermosos tonos azules de Los Picachos, tan majestuosos como siempre. Cuando nuestro globo estuvo listo, nos subimos a la canastilla y comenzamos a volar…
Poco a poco se elevaba el globo, lo hacía tan suavemente como si estuviéramos viajando sobre una nube. Cuando menos lo pensé, estábamos a más de 50 metros de altura. El sol cada vez se asomaba más y dejaba ver todo su esplendor, iluminando las montañas y los valles. Los campos verdes por las cosechas adornaban el paisaje resplandeciente.
Durante el viaje me sentía como si estuviera en un sueño. El globo daba vueltas y podía observar desde diferentes ángulos toda la ciudad. Tomé cuantas fotos pude y disfruté como nunca en mi vida.
El viaje duró poco más de 40 minutos. No quería que terminara, quería seguir volando y disfrutar de ese bello paseo. Mientras bajábamos podía observar desde arriba las casitas y los animales de las comunidades que estaban cerca. Las personas se asomaban y nos saludaban desde abajo, emocionados por ver un globo tan cercano.
Cuando descendimos lo hicimos con mucho cuidado. El viaje había terminado, pero aún nos esperaba un delicioso desayuno en el Rosewood. Llegamos al hotel y la familia de Miami me permitió acompañarlos para disfrutar los cuatro de unos chilaquiles verdes con juguito de naranja y fruta.
Sin duda, es una de las mejores experiencias que puedes vivir. Yo te recomiendo mucho que te subas a un globo y conozcas San Miguel desde las alturas.