Por Fernanda Noriega
Visitar un pueblo mágico representa experimentar un encuentro con la artesanía, con lo hecho a mano. Si bien San Miguel de Allende fue retirado de la lista de Pueblos Mágicos por la UNESCO para ser colocado como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, conserva esa esencia colonial y pueblerina que le aporta su magia, y en este sentido, ni un postre tan simple como el helado o las nieves se salvan, ¡también son artesanales!
Ahora bien, entre los sabores que gozan del aprecio de los sanmiguelenses se encuentran dos tipos: los típicos y los únicos de San Miguel. Los primeros son aquellos que deben su tradición a que son preparados de forma casera desde antaño, y por ello se catalogan como típicos, como el helado de nuez o vainilla con cajeta que puedes encontrar en casi cualquier puesto o carrito… Aunque los conocedores dirán que el mejor helado se puede disfrutar a un costado del Templo de Las Monjas en la esquina de Hernández Macias y Canal.
Por otro lado, están aquellos sabores que son tradicionales de San Miguel porque están hechos con frutos o ingredientes que son característicos de la ciudad, como el helado de garambullo. Personalmente, este es mi sabor favorito y es que no solo es delicioso, sino que además es uno de los más atractivos a la vista por su coloración violeta intenso. El garambullo, por si no lo has probado, es un fruto de color morado que crece en las zonas más deshabitadas de San Miguel en las pencas de algunas cactáceas y que tiene un sabor dulce y un tanto agrio a la vez; desgraciadamente, en los últimos años se ha vuelto un poco complicado encontrar estos frutos en los campos debido al cambio climático y otros factores como el saqueo de estas especies de plantas.
Actualmente, hay ciertos lugares en donde el oficio de preparar nieve ha pasado de generación en generación y representan una parada obligatoria siempre que visitas San Miguel, como el Jardín Principal y La Plazuela ubicada en la calle de Insurgentes, además de los ya mencionados.