Por Fernanda Noriega
No es la primera vez, queridos lectores, que comparto con ustedes lo mucho que disfruto del bar El Tupinamba; y en esta ocasión tuve la fortuna de entrevistar a una personalidad muy especial que conocí en una velada de esas… Una noche de flamenco.
Alejandro Soleá es un artista multidisciplinario: Licenciado en Artes Visuales y bailador de flamenco; ha encontrado la manera de combinar sutil y magníficamente estas dos pasiones al grado de que, para él, un día perfecto en San Miguel implica pasar buenas horas trabajando, haciendo arte. Alejandro describe su manera de vivir en la ciudad como el inevitable disfrute de observar la cotidianidad: encuentra inspiración en su propia historia de vida, en los lugares que formaron parte de su crecimiento y en esa herencia que le fue dada cuando de niño visitaba ciertos rincones de esta tierra.
Por ello, al preguntarle cuáles son aquellos lugares que recomienda como paradas obligatorias para los visitantes, señala sin dudar la Santa Casa de Loreto, que es la capilla que se encuentra al interior del Oratorio de San Felipe Neri, el Mercado de Ignacio Ramírez, en donde su madre ha trabajado durante años y gracias a ello él ha descubierto la calidez de los sanmiguelenses, el Barrio del Chorro que es un lugar lleno de tradición y, por supuesto, el Parque Juárez; “es como si de la Parroquia hacia su frente fuese una ciudad, y de la Parroquia hacia su espalda… fuese otra totalmente distinta”, comparte, y es que Soleá suena como una persona irremediablemente enamorada de la intimidad que pocos tienen la dicha de encontrar en este pueblo tan concurrido, tan lleno de algarabía.
Actualmente su obra se encuentra expuesta en Querétaro, el artista tiene su estudio en la calle de Orizaba, y comenta que próximamente volverá a estar abierto al público para compartir el arte y el cariño por San Miguel.