Por Fernanda Noriega
Existe una diferencia entre los turistas y los viajeros, así como existe una diferencia entre visitar y habitar. Sí, uno puede ir a un lugar y hacerse fotos en los atractivos turísticos, comer en el restaurante más icónico y pasear por aquellas calles que, previamente, viste en las postales y, no está mal. Pero luego está el arte de ir a un lugar para conocer a fondo cómo transcurre la vida desde allí, y mezclarse: pasear como si conocieras las calles, sin miedo de doblar en una esquina sin llevar un mapa y ver a dónde vas a llegar.
Y ya que estamos en ello, eso es precisamente lo que distingue a María del resto: que habita. María José Márquez es comunicadora, escritora y amante de coleccionar historias. Su más reciente creación literaria, “Los Rotos”, es un acervo de algunas de las historias más entrañables, irónicas, cotidianas, románticas y eróticas que Márquez ha experimentado a lo largo de sus días. El libro se presentó en algunos espacios de León, Guanajuato Capital y San Miguel de Allende y fue desde entonces que María se dejó atrapar por el encanto que guarda San Miguel. Al preguntarle cómo describe un día perfecto en este bello pueblo, comparte que no tiene una “fórmula” exacta para decir qué le gusta hacer o qué no tanto, sino que la genialidad para ella se encuentra en “caminar, caminar, caminar por aquí y por allá, entrar en todas las puertas que llamen tu atención, charlar con la gente, y ¿Por qué no? Gozar del protagonismo absurdo de posar en medio de las obras, pa’ la foto”, comenta. En un día, María visita todas las galerías de arte que se crucen en su camino, se detiene en un bar por una “chela” si de pasada se le antojó la terraza que hay, bien le puedes ver en el Mercado de Artesanías eligiendo una pulserita, de esas de colores que luego verá y recordará “la compré en San Miguel”, desayunando en las gorditas de Atotonilco (que describe como las mejores de la ciudad), cenando en Mamá Mía, “el punto es exprimir la ciudad, conocerlo todo, admirarme de todo y abrazar la belleza de la ciudad”, comenta, concluyendo que lo más importante es coleccionar una historia más, que tal vez no sentirá haber vivido realmente hasta que no la haya inmortalizado con tinta y papel.
Existe una diferencia entre los turistas y los viajeros, así como existe una diferencia entre visitar y habitar. Sí, uno puede ir a un lugar y hacerse fotos en los atractivos turísticos, comer en el restaurante más icónico y pasear por aquellas calles que, previamente, viste en las postales y, no está mal. Pero luego está el arte de ir a un lugar para conocer a fondo cómo transcurre la vida desde allí, y mezclarse: pasear como si conocieras las calles, sin miedo de doblar en una esquina sin llevar un mapa y ver a dónde vas a llegar.
Y ya que estamos en ello, eso es precisamente lo que distingue a María del resto: que habita. María José Márquez es comunicadora, escritora y amante de coleccionar historias. Su más reciente creación literaria, “Los Rotos”, es un acervo de algunas de las historias más entrañables, irónicas, cotidianas, románticas y eróticas que Márquez ha experimentado a lo largo de sus días. El libro se presentó en algunos espacios de León, Guanajuato Capital y San Miguel de Allende y fue desde entonces que María se dejó atrapar por el encanto que guarda San Miguel. Al preguntarle cómo describe un día perfecto en este bello pueblo, comparte que no tiene una “fórmula” exacta para decir qué le gusta hacer o qué no tanto, sino que la genialidad para ella se encuentra en “caminar, caminar, caminar por aquí y por allá, entrar en todas las puertas que llamen tu atención, charlar con la gente, y ¿Por qué no? Gozar del protagonismo absurdo de posar en medio de las obras, pa’ la foto”, comenta. En un día, María visita todas las galerías de arte que se crucen en su camino, se detiene en un bar por una “chela” si de pasada se le antojó la terraza que hay, bien le puedes ver en el Mercado de Artesanías eligiendo una pulserita, de esas de colores que luego verá y recordará “la compré en San Miguel”, desayunando en las gorditas de Atotonilco (que describe como las mejores de la ciudad), cenando en Mamá Mía, “el punto es exprimir la ciudad, conocerlo todo, admirarme de todo y abrazar la belleza de la ciudad”, comenta, concluyendo que lo más importante es coleccionar una historia más, que tal vez no sentirá haber vivido realmente hasta que no la haya inmortalizado con tinta y papel.